El discurso de Oprah Winfrey en la premiación de los Globos de Oro el pasado 7 de enero se ha colado como agua en todos los resquicios de los medios de comunicación. Oprah lidereza de denuncias contra el abuso sexual, Oprah se lleva el verdadero premio de los Globos, Oprah pone a llorar a la audiencia que la aplaude conmocionada, Oprah próxima presidenta de los EE.UU., u ¿Oprah próxima presidenta de los EEUU? Otros miran con más reserva lo sucedido en una de las noches de gala más notables de Hollywood. “Oprah Winfrey: one of the world’s best neoliberal capitalist thinkers”, tituló The Guardian uno de sus análisis. El centro de la crítica es…
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Un “príapo” cubano recorre las redes
“El paciente, casi desmayado, gemía con desesperante languidez. Hombre nervudo y enteco, de unos 70 años, lo cargaban en posición supina. (…)– ¿Y qué es lo que él siente?(…)– La tiesura, médico(…)– Con todo respeto, médico –prosiguió el viejo, apenas audible– pero mi compay Jacinto tiene el…, el eso parao desde ayer por la noche, y no se le baja.” Así recrea Daniel Chavarría el primero de los casos de priapismo que conoció Bebo, médico rural, en un poblado en Santiago en Cuba. Frente a la emergencia y luego de intentar otros procedimientos, Bebo tuvo que amputar. Sí, amputar.Jacinto había llegado con trombosis, resultado habitual en los casos de priapismo.…
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Nadie se debe meter
Alba tenía 22 años cuando conoció a Miguel en la Unión Soviética; ahora tiene 49. Ambos son ingenieros. El primer golpe suyo le dejó más marca en la mente que en el brazo por donde él la agarró. Había tomado y «se le había ido la mano». Después llegó la primera disculpa. No volvería a pasar. Tenían dos hijos varones. Para Miguel siempre había sido difícil lidiar con los problemas y entonces, en el Período Especial, era imposible mantener su cordura intacta. Por eso tomaba ron, o lo que apareciera. La primera disculpa trajo una paz esperanzadora a la casa. No volvería a pasar. Pero pasó. Otros insultos en alta…
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Calladito te ves más bonito
Tenía 14 o 15 años la primera vez que sentí violencia sobre mi cuerpo de mujer. Andaba de uniforme de pre-universitario y estaba parada en el borde de la acera esperando para cruzar una calle. Pasaron unos muchachos en bicicleta y me tocaron las nalgas con mano firme, agarrando todo lo que pudieron. Todavía puedo sentir mi estupefacción, el ardor en todo el cuerpo, la impavidez con que miró la mayoría de las personas a mi alrededor, y el gesto solidario de unos pocos que se decían: “Qué barbaridad”. Me quedé petrificada en aquel contén. Los carros terminaron de pasar; la luz roja, la verde para peatones, otra vez la…