En Prensa

Un “príapo” cubano recorre las redes

“El paciente, casi desmayado, gemía con desesperante languidez. Hombre nervudo y enteco, de unos 70 años, lo cargaban en posición supina. (…)
– ¿Y qué es lo que él siente?
(…)
– La tiesura, médico
(…)
– Con todo respeto, médico –prosiguió el viejo, apenas audible– pero mi compay Jacinto tiene el…, el eso parao desde ayer por la noche, y no se le baja.”

Así recrea Daniel Chavarría el primero de los casos de priapismo que conoció Bebo, médico rural, en un poblado en Santiago en Cuba. Frente a la emergencia y luego de intentar otros procedimientos, Bebo tuvo que amputar. Sí, amputar.
Jacinto había llegado con trombosis, resultado habitual en los casos de priapismo. Por suerte –como dijo el enfermo después de recuperarse– ya “aquello” se merecía jubilación; por años le había servido suficiente a él y a las guajiras de la zona.
Los otros casos, de hombres más jóvenes que habían llegado a tiempo a la consulta, pudieron solucionarse con el drenaje de la sangre acumulada en el pene a través del uso de una aguja, a ambos lados del miembro. Con minuciosidad, el escritor describe el procedimiento de los drenajes y el doloroso y raro padecer de más de una decena de pobladores de Cuchuflí Arriba.
La novela de Chavarría, Lo que dura dura o Príapos, se alzó en 2004 con el Premio Ciudad de Palma “Camilo José Cela” de novela en castellano.
Pensé en Lo que dura dura después de tener noticia de un príapo “real” en la Cuba reciente: Noel Díaz. A partir del 29 de noviembre de 2017, conocido en las redes sociales como “el cubano de las diez mujeres”, por un texto publicado originalmente en la revista El Toque.

No pondré en duda ni afirmaré la historia de tan singular personaje: un campesino pinareño que mantiene relaciones de pareja al mismo tiempo con Xiomara, Dusnay, Maidelyn, Yojara, Rebeka, Ana Laura, Mariselis, lsabela, Marielis y Débora; sus mujeres.
En realidad lo interesante es cómo se construyó ese relato en un medio periodístico y por qué ha sido tan –absurdamente– multiplicado por otros medios y por miles de usuarios en las redes sociales.
El interés que despierta tiene que ver, a primera vista, con el sentido común machista que dicta que mientras más mujeres son poseídas por un hombre –no importa cómo ni cuándo– mejor.
El texto periodístico da por seguro que el protagonista padece priapismo y que esa es la causa «natural» por la cual el macho requiere el servicio de tal cantidad de hembras.
Ciertamente, que las personas crean algo lo hace real, al menos en sus consecuencias. Que Noel, Xiomara, Dusnay… crean que el priapismo es la causa de la relación que han construido, no es de poca importancia.
Para ellos, es el argumento necesario y suficiente que, llegado un punto, puede decirse en alta voz –incluso, en una sociedad donde las relaciones polígamas abiertamente reconocidas son, cuando más, escasas.
Sin embargo, lo anterior no debería dar por hecho lo que es, en principio, solo una creencia. (Eso, si no se tratase de un esfuerzo literario.)
El priapismo es una rara enfermedad que pueden padecer los hombres y que consiste en una erección del pene que persiste durante horas y que no está provocada por un estímulo sexual.
La forma recurrente del priapismo es la más inusual. La enfermedad suele ser dolorosamente progresiva en su forma isquémica. En ese caso, es una emergencia médica y requiere acciones inmediatas para evitar daños en el tejido del pene, disfunción eréctil, etcétera.
En su variante no isquémica, el priapismo es un trauma o lesión en el pene, la pelvis o el perineo, la región entre la base del pene y el ano. En cualquiera de sus dos versiones, el priapismo debe y puede ser tratado.
Ningún tratamiento indica mantener relaciones sexuales a repetición. El priapismo no supone un deseo sexual insaciable. En los priapismos isquémicos, la acción médica indica medicamentos, drenajes del exceso de sangre en el pene y / o cirugía. En los no isquémicos, el priapismo suele desaparecer con la ayuda de bolsas de hielo y otros procedimientos; si no es así, puede ser necesaria la cirugía.
No es relevante aquí la veracidad, o no, de la sentencia de los médicos que, según el protagonista, lo evaluaron: “tu mal no tiene remedio”. Pero sí interesa el uso festinado que el texto periodístico hace de ese hecho.
Si esa va a ser la premisa de un argumento, o el detonante de una historia posteriormente desarrollada, valdría la pena un mínimo de confirmación de si el priapismo como patología orgánica –no psicológica– no tiene remedio, o requiere de actividad sexual constante, imposible de sostener con una sola persona. Mejor, que sean diez.
Si la historia del cubano de las diez mujeres hubiese tratado sobre lo que el protagonista cree, podría dejarlo aquí. Pero no es así. El priapismo se convierte en la piedra filosofal que transforma la necesidad en virtud. Nuestro Príapo, amparándose en su enfermedad, plantea a su esposa la necesidad de una relación polígama que ella “se resignó a entender”. Aquí viene el segundo asunto.
Me llama la atención cómo en el texto no aparece el más mínimo cuestionamiento respecto, no a la historia sentida, sino a sus bases sociales, políticas. ¿El poliamor que defiende Noel es horizontal, igual para todos? ¿Las esposas “conquistadas” pueden tener relaciones amorosas con otras personas?
Por las pistas que da el texto, parece que la relación entre Noel y sus diez mujeres se basa más en la subordinación que en la equidad. Parece, también, que tiene como eje más a un macho alfa que a una relación construida a muchas manos. A la autora no interesa ese asunto que, sin embargo, considero imprescindible.
Según se refiere, en el espacio que el protagonista ha construido para él y sus mujeres, “impera el esfuerzo colectivo y, por supuesto, el criterio de Noel”; ellas, por su parte, “se divorciaron de la libertad y huyeron de la civilización”.
Si eso quiere decir lo que dice, entonces debemos regresar al principio. ¿El “priapismo” de Noel es causa de las relaciones de pareja que tiene y que desafían las normas sociales? ¿O encubre, tras una aparente excepcionalidad, las trilladas relaciones de subordinación que habitan las ciudades y los campos de Cuba y de otros tantos lugares?
La pregunta es más pertinente todavía si reparamos en que Noel no necesita contratar mano de obra para su emprendimiento (un parque ecológico en los campos de Viñales). “Algunas de ellas van a lavar, limpiar, cocinar, sembrar, atender a los visitantes, ya sean turistas o vecinos. Teniéndolas allí, Noel no necesita de más trabajadores.”
Noel las tiene a ellas, una de las cuales desea qué él sea “el dueño del resto de sus días”. Susmujeres/trabajadores le trabajan en aquel “paraíso”, «un ejemplo comunitario ampliamente reconocido por la sociedad».
Si lo dicho puede ser suficiente para requerirle a la publicación un trabajo más informado con las fuentes y, sobre todo, un enfoque analíticamente mejor construido y políticamente mejor situado, otro asunto trasciende el escrito en sí mismo.
“El cubano de las diez mujeres” ha sido compartido, desde su sitio original, casi 150 veces en Facebook. Otros sitios y blogs se han hecho eco acrítico.
La pregunta es ¿cómo encaja ese discurso machista y misógino en los medios y circuitos que construyen imagen sobre Cuba? ¿Cómo se vuelve noticia, novedad, contenido comunicativo, una historia que reproduce estereotipos que, desde otras orillas de la comunicación están siendo cuestionados?
Una historia como la de Noel podría servirnos para pensar en el complejo sistema de subordinaciones que opera en nuestras sociedades; en los límites, desafíos y posibilidades de cuestionamiento de la monogamia; en las rutas por las cuales se reproduce la misoginia; en las formas en que las normas sociales se sostienen con apariencias de novedad. Podría servirnos para pensar todo eso, pero esta vez no lo ha hecho. Más bien, nos ha recordado que un fantasma recorre los alrededores: el machismo.

Este texto fue publicado en OnCuba en la columna Sin Filtro: https://oncubanews.com/opinion/columnas/sin-filtro/un-priapo-cubano-recorre-las-redes/