En las últimas semanas ha habido un intenso debate en Cuba sobre tres asuntos: 1) violencia machista y feminicidios, 2) tratamiento mediático de la violencia machista, 3) actores colectivos con capacidad, posibilidad y trabajo en torno la disminución de la violencia machista.
Ese debate se produce en un contexto que tiene distintos ángulos. Entre ellos: llamado de atención de organizaciones internacionales, colectivos feministas y gobiernos (incluido el cubano) sobre el aumento de la violencia machista en la pandemia; diversificación, en los últimos años, de organizaciones, voces y colectivos feministas en el país; persistencia de la necesidad de una Ley Integral contra la Violencia de Género; y aniversario 60 de la Federación de Mujeres Cubanas (FMC). Hoy, día 25, es un Día Naranja, para continuar luchando contra la violencia contra las mujeres y las niñas.
Este debate no es coyuntural aunque haya tenido esta suerte de explosión en la coyuntura. Por décadas, personas, sujetos colectivos e instituciones han tematizado el problema de la violencia machista y tenido aproximaciones sucesivas a sus soluciones. Como resultado, el problema se ha instalado en las conversaciones política y ciudadana.
Lo que ha sucedido en las últimas semanas coloca la discusión en otro nivel: atraviesa distintas esferas públicas y pone a dialogar a actores diversos sobre un asunto de interés común. Parte de esos diálogos, y confrontaciones, ocurrieron en los últimos días en medios de comunicación y redes sociales.
En uno de los espacios de conversación que tuvieron lugar en días pasados, y atendiendo a los aportes de mujeres lúcidas que debatieron respetuosamente, hice un listado mínimo de acciones que podrían fortalecerse y/o asumirse en el corto plazo. Es fundamental amplificar una agenda propositiva, concreta y contextualizada sobre los temas que nos han ocupado estos días. Y es imprescindible evitar que este debate sea un espasmo, de los que hay todos los días en las redes sociales y luego se difuminan rápidamente.
Los puntos que listo abajo (que son los que puse en ese intercambio y que aparecen aquí con muy leves modificaciones que buscan ganar en precisión) no van a resolver el problema de la violencia machista en el país. Podrían, no obstante, contribuir a ese camino. Para imposibilitar la violencia machista es necesario intervenir sus condiciones de posibilidad; y eso implica al campo amplio y complejo de las desigualdades de género. El de abajo, entonces, es un programa mínimo, limitado, en contexto y con propuestas que hablan sobre todo a la FMC, organización que tiene la capacidad y posibilidad de intervenir en el orden de cosas. Estamos hablando de vidas y de mujeres, y ese foco no hay que perderlo.
Enemiga de las generalizaciones que engloban a todas las feministas y considerando que esta es una agenda abierta y disputable, punteo entonces lo que considero necesidades y urgencias que pueden afrontarse en lo inmediato o en el plazo muy corto. Hasta donde alcanzo a ver, nada impide dar estos pasos:
1. Avanzar, con mucha celeridad y en el camino que se anunció hace unas semanas, en la implementación de la línea de atención a casos de violencias de género coordinada desde la FMC, la UH y otras instituciones. Darle toda la publicidad posible a través de las bases de la FMC, la prensa, la CTC, la FEU, la FEEM, el PCC, la UJC, los medios de comunicación, las redes sociales, los proyectos feministas dentro y fuera de las instituciones, las ONGs.
2. Incluir en el cronograma legislativo aprobado hasta el 2028, la Ley Integral contra la Violencia de género. Hace tres décadas es evidente la necesidad de legislar sobre el tema. El último esfuerzo conocido en ese sentido fue el de la Solicitud de Ley Integral contra la Violencia de Género que hicieron mujeres cubanas al parlamento y que fue recibida y reconocida por las autoridades. Voces institucionales aseguran que también desde esos espacios se está trabajando en los cambios necesarios en las normas.
En una reunión convocada en la ANPP con parte de quienes firmamos la Solicitud, se aseguró que el cronograma legislativo era flexible. Esa flexibilidad podría aprovecharse para dar este paso. Una ley integral no va a resolver el problema. Va a colaborar a ello. Sin ley integral, que permita transversalizar las políticas y programas con más sinergia, nos demoraremos más.
El Código Penal cubano permite afrontar algunas situaciones de violencia machista pero necesita actualizarse, reconocer la figura de violencia de género en específico y la de feminicidios. Pero la Ley Integral va más allá del Código Penal; nos permitiría aprovechar la capacidad de encadenamiento institucional robusto que tiene Cuba y transversalizar principios y políticas al respecto en otros cuerpos normativos, para beneficio de las mujeres quienes son en definitiva, las destinatarias.
En la mencionada reunión con la ANPP (febrero, 2020) las autoridades dijeron que la manera de llegar jurídicamente a enfrentar el problema de la violencia de género no estaba determinada y que la propuesta hasta el momento era hacerlo por aproximaciones sucesivas, perfeccionar el andamiaje institucional del Estado y crear los nichos específicos en leyes existentes (Código Penal y Ley de Procedimiento Penal). En el debate de estos días, parecería que la Ley Integral vuelve a ser una posibilidad. Debe llegar, entonces, su momento.
3. Priorizar la creación y aplicación de protocolos policiales para la atención a casos de violencia de género. Y también los protocolos en instituciones educativas y laborales, los cuales puedan activarse en esos casos.
4. Relacionado con lo anterior, priorizar las acciones de sensibilización y capacitación a policías, jueces/zas, fiscales, abogados/as. Acciones de ese tipo ya se han realizado. Pero necesitamos más, muchas más, muchas, muchas más, porque aún no son visibles los resultados suficientes. Escuchemos los testimonios de las mujeres que acuden a la policía, son desgarradores.
Muchas personas dentro de las instituciones pueden contribuir en una ofensiva que permita resultados más tangibles. Muchas personas fuera de las instituciones que tienen ese encargo, pueden hacerlo también con las coordinaciones correspondientes. No sería la primera vez que una voz oficial convoca a la ciudadanía a hacerse cargo de un proyecto de bien común. Se hizo en la campaña de alfabetización. Lo hizo la FMC cuando en 1961 empezó a hacer colectas para crear los círculos infantiles (“Contribuya con dos centavos a los círculos infantiles (…) cuando vaya a tomar la criolla taza de café”, aparecía en los periódicos de ese año). Se hizo en la zafra del 70. Se hizo cuando a inicios de los 2000 estudiantes universitarios dejamos las aulas para formar a trabajadores/as sociales de Cuba y otros lugares. No sería extraordinario, pero sí necesario, convocar a todas las fuerzas feministas de las que dispone el país para este fin.
5. Incluir a las mujeres en situación de violencia machista como un grupo priorizado en el Programa de Vivienda que se está implementando desde 2018 y al que tanta atención se le ha dado. La ENIG (2018) mostró que las mujeres identifican el problema de la vivienda como el principal problema que aqueja a las mujeres misma en el país. El ciclo de la violencia no se rompe muchas veces porque no tienen a dónde irse. Las mujeres con tres hijos/as o más están incluidas como grupo prioritario. Pero no somos solo paridoras. Podríamos incluir a las víctimas de violencia de género en este programa para que dejen de ser víctimas y sean, entonces, sobrevivientes.
6. Incluir a la figura de editora de género en los medios de comunicación oficiales. Es urgente. Eso va a permitir un mejor tratamiento de estos temas y mayor altura en los debates. Menos imprudencias. Más posibilidades de sensibilizar también a través de los medios.
7. Incluir en la Ley de Prensa por venir, contenidos relacionados con la cobertura de los casos de violencias de género.
8. Reconocer la existencia de feminismos diversos que puedan estar al lado de quienes sean feministas dentro de la FMC. No adelante, atrás, arriba ni abajo. Al lado. No existe un único feminismo válido. Es clave que podamos identificar y potenciar los que honren la tradición democrática del movimiento: los que apuesten por la justicia social, los que analicen persistentemente la forma en que la desigualdad de género se conecta con las raciales, de clase, territoriales, las que muestren un programa universalista de derechos, las que apuesten por un socialismo democrático, por el Estado de derecho, alimenten el internacionalismo feminista y miren al mundo queriendo, imaginando y haciendo que sea mejor para todas las personas. Los feminismos han sido históricamente una fuerza política de izquierdas. Y esa vocación y voluntad, no es monopolio de ninguna organización aunque una de ellas, en un contexto determinado, pueda ser articuladora. La FMC será más fuerte mientras más capacidad de articulación propicie entre actores diversos que compartan agenda de justicia. Somos muchas, muchos, quienes podemos acompañar el encargo y el sueño de afrontar, con dignidad, los desafíos que mencionas y otros.
9. Publicitar, como informes anuales, todo lo que las instituciones estatales y no gubernamentales hagan en este sentido, incluida la FMC, que tiene el encargo estatal en este sentido. La violencia de género es uno de los temas sensibles de la sociedad cubana actual, dijo el Presidente Díaz Canel en diciembre del año pasado. Un asunto sensible, que preocupa y ocupa a tantas personas e instituciones, merece ser de amplio conocimiento no para hacer evaluaciones cruzadas (que también podría ser, como es usual en los observatorios ciudadanos) sino para confiar, de modo informado y no por algún acto de fe, en los pasos dados y por dar. Que un trabajo responda al público, al pueblo, implica que tenga que ser de conocimiento público. No solo es deseable sino imprescindible.
Si algo valioso puede dejarnos este debate, es el tejido que ha visibilizado. Somos muchas. Podemos estar, al menos, enlazadas. Los feminismos nos recuerdan que la política es lazo diverso siempre que en ello haya verdadera justicia.