“Todo sigue igual. Aquí todo sigue igual. Así de pronto, parece una escenografía (…) sin embargo, todo parece hoy tan distinto”, se decía Sergio en Memorias del Subdesarrollo. Con ello hacía frente a un asunto trascendental (de entonces y de hoy): la continuidad y el cambio. Qué cambiar, para qué y hasta dónde; qué conservar. En la historia cubana de las últimas casi seis décadas, el cambio se leyó no pocas veces como derrota, como perjuicio al proyecto de la Revolución. Hasta que resonara en los discursos políticos la idea ―convertida en consigna― de “cambiar todo lo que debe ser cambiado”, el cambio de cualquier signo parecía engendrado por la traición…