El 8 de marzo de 2017, por primera vez, está teniendo lugar un Paro Internacional de Mujeres. En más de cincuenta países, mujeres de diferentes procedencias y pertenencias de clase, políticas, culturales, “raciales”, étnicas, de orientación sexual, harán un paro de empleo, consumo y cuidados. El hecho es inédito y plantea nuevos escenarios y rutas de la lucha política contra las opresiones, en sus diferentes despliegues.
Los objetivos del Paro son los siguientes:
- Visibilizar la inequidad laboral, erradicar los feminicidios y todas las formas de violencias, y respetar la autonomía en las decisiones sobre los cuerpos de las mujeres.
- Reconocer el trabajo de las mujeres en todas sus dimensiones públicas y privadas.
- Denunciar toda forma de acoso y violencia dentro y fuera del hogar.
- Garantizar la equidad en derechos laborales, disminuir las brechas salariales e impulsar la igualdad en representación en cargos de toma de decisiones.
- Proponer campañas de sensibilización entre medios de comunicación y periodistas en relación con la forma en que sus informes perpetúan la violencia de género y afirman estereotipos nocivos.
- Desmantelar las redes de trata de personas y dar castigo a los responsables.
- Rescatar a las mujeres que en la actualidad están desaparecidas y regresarlas con vida a sus familias.
- Respeto al Estado laico.
Cada uno de esos ítems informa un campo complejo de exclusiones que tiene manifestaciones diversas en los espacios públicos y privados de la economía, la política, la sociedad, la cultura. Pero el Paro visibilizará también agendas diferentes sobre las formas en las que se estructuran las desigualdades: las mujeres no somos una categoría unívoca y homogénea; las pertenencias de “raza”, clase, orientación sexual, territorialidad, generación, entre otras, configuran específicas opresiones que a veces distancian las agendas feministas; las realidades, preocupaciones y prioridades de cada una de nosotras. El Paro denuncia también, en esos registros, las violencias institucionales, políticas y económicas que configuran nuestras sociedades a desmedro de las mujeres. A la par, esas agendas en muchos sentidos diferentes hoy están convergiendo en un acto de fraternidad que se espera regenere la lucha política contra las lógicas del capital en todos los lugares donde se encuentre. Por tanto, hoy es, también, un momento de comprensión y de transformación donde podemos preguntarnos: ¿por qué paran las otras mujeres? ¿por qué yo pararía? ¿por qué no? ¿cómo puedo parar? Entonces, las mujeres cubanas ¿tenemos razones para parar? ¿cómo leer el Paro Internacional de Mujeres desde Cuba?
Una búsqueda rápida en la prensa escrita en Cuba ―la oficial y la no oficial― revela una casi inexistencia del Paro Internacional de Mujeres como contenido comunicativo. En la búsqueda que realicé mientras escribía estas notas, solo encontré dos referencias al Paro. Ayer 7 de marzo, en la sede del Instituto de Filosofía, se anunció la realización de una sesión organizada por la Marcha Mundial de Mujeres y la Red Feminista “Bertha Cáceres” en conmemoración del Día Internacional de las Mujeres. Entre los puntos de la agenda de ese espacio, se anunció una Declaración de Solidaridad con el Paro Internacional de Mujeres. Sin duda, un gesto notable en medio de la desidia, o la negación, de uno de los eventos más trascendentales y revolucionarios del último periodo. Mariela Castro, por su parte, también expresó su solidaridad con el Paro. Continué buscando, pero nada más.
Parece, entonces, que en las agendas de los medios el asunto no es pertinente, o no tiene prioridad en la madeja de cuestiones que importan en primer plano. Es el Paro lo que parece irrelevante; las mujeres no. La prensa nacional y provincial está llena de referencias al 8 de marzo. En Santiago de Cuba está trascurriendo una jornada de celebración por el Día Internacional de la Mujer; lo mismo en Santi Spíritus. Granma fue la provincia seleccionada como sede nacional del homenaje a las mujeres cubanas. Para celebrarlo, se realizarán festivales deportivos, actos públicos en teatros; tablas gimnásticas; ofrendas florales a Mariana Grajales; homenajes a Vilma Espín y a Fidel Castro; intercambios de la dirigencia de la Federación de Mujeres Cubanas con mujeres campesinas y mujeres que participan del Servicio Militar; matutinos coordinados por la Central de Trabajadores de Cuba. La empresa nacional de correos, por su parte, anunció la venta de postales especialmente diseñadas para el día.
Para la ocasión, también se reseñan los diversos espacios de las mujeres en la sociedad cubana. La revista Bohemia, por ejemplo, señala que: “Las mujeres del campo disfrutan de opciones recreativas y culturales, de superación, salud, viviendas y el andar a la moda, pero también coadyuvan a su sostenibilidad desde la creación de valores en la familia y comunidad, con el apego al campo para disminuir el éxodo a las ciudades”. Otras organizaciones recuerdan el elevado por ciento de dirigentes sindicales mujeres, las también elevadas cifras de nuestra participación en los órganos de poder nacionales, y nuestra presencia como fuerza técnica de la nación. Con todo, de las mujeres habla la prensa. Sin embargo, de ese discurso está ausente, a todas luces, agenda feminista alguna. Las postales vuelven sobre los estereotipos de mariposas, flores y poemas que año tras año se ofrecen como gesto anti-político; los homenajes cumplen con los guiones al uso; y las organizaciones de mujeres despliegan jornadas que difícilmente se comuniquen con el programa que anoté al principio. Como registra un excelente texto de Sandra Álvarez Ramírez publicado por la Agencia Servicio de Noticias de la Mujer de Latinoamérica y el Caribe (SEMlac), “varios son los mitos que se refuerzan en nuestro país en dicha celebración, los que nos acercan una y otra vez a esa feminidad tradicional que la Revolución social de 1959 puso en crisis en más de una ocasión”. Por eso no se habla del Paro. El Paro Internacional de Mujeres, parece, no nos toca.
Si atendemos a la referencia que tiene el 8 de marzo en la Enciclopedia cubana ECURED, habría razón en la ausencia. Allí se dice que “durante décadas, la fecha fue de reclamos femeninos, mas ya a partir del Triunfo de la Revolución el contenido de las actividades por este día es de alegría y reconocimiento a las féminas cubanas, quienes tienen ganado un papel importante en la sociedad”. Las mujeres cubanas, entonces, solo tenemos que celebrar.
En efecto, tenemos qué celebrar. La legislación cubana, desde inicios del proceso revolucionario se identificó con la promoción de la equidad de las mujeres en los espacios productivos y de dirección; por la presencia de mujeres en trabajos no tradicionales; por la inclusión dentro de la agenda de gobierno de la igualdad de género; por la universalización de derechos y, por tanto, porque ellos fueran garantizados para toda la ciudadanía. A la vez, las mujeres cubanas tenemos garantizados nuestros derechos a la interrupción voluntaria de los embarazos, a una licencia de maternidad de las más extensas de la región, a una licencia de paternidad que legalmente ―no así culturalmente― permite compartir los cuidados tempranos, a cuidados ginecológicos y ginecobstréticos gratuitos, etc. Entonces, ¿no tenemos por qué parar este 8 de marzo?
Sin desconocer lo anterior, los patrones de desigualdad socioeconómica en Cuba operan con arreglo a pertenencias de género que reproducen procesos históricos de desventajas para las mujeres. Ello se verifica en investigaciones que dan cuenta de una sobrerepresentación de mujeres en los grupos de menores ingresos y en la franja de pobreza; de una subrepresentación de mujeres en el sector no-estatal de la economía, que es el que provee mayores ingresos; de una subrepresentación de mujeres como receptoras de remesas orientadas a la actividad productiva y de una sobrerepresentación de ellas como receptoras de remesas destinadas a la reproducción doméstica; de una diferenciación de ingresos entre mujeres y hombres a favor de los últimos; de una subrepresentación de las mujeres en el sector del turismo y su concentración en ocupaciones de menor calificación; de una mayor carga de horas de trabajo en el hogar y en las actividades de cuidado. La lista podría alargarse con otras cuestiones sobre las cuales, lamentablemente, escasea información pública: la violencia de género en sus diferentes registros; el acoso sexual que parece estar en grave incremento en la Cuba de hoy; la desprotección del trabajo sexual; la exclusión en base a la orientación sexual; las exigencias patriarcales y violentas sobre el cuerpo de la mujer que deviene mercancía que debe cumplir requisitos estéticos que operen con los estándares de seducción, etc.
El listado rápido hecho antes se comunica, en varios asuntos, con la agenda del Paro Internacional de Mujeres. Por tanto, tenemos razones para parar, aunque no aparezca en los medios. Ahora bien, la falta de información y tejido social e institucional que permita generar ecos, propios, del Paro en Cuba, es solo uno de los problemas. Parar los empleos, el consumo y el cuidado es sumamente complejo incluso en los lugares donde el suceso se viene organizado hace algún tiempo. Los hijos e hijas no pueden ponerse entre paréntesis, tampoco los enfermos a los que las mujeres cuidan, o los ingresos mínimos que necesitamos para sobrevivir. Sin embargo, el Paro es un alto, un “no” frente a la obviedad que impide que pensemos, incluso, por qué no paramos.
Con todo, como mujeres cubanas, aún estamos a tiempo para participar de la iniciativa, que es una de las formas posibles de generar una agenda feminista en la Cuba que tenemos y en la Cuba que soñamos. Quienes tengamos acceso a internet, podemos buscar información sobre el Paro de Mujeres y contarle a nuestras hijas, nuestras madres, nuestras hermanas, amigas, vecinas, a los hombres que tenemos cerca; podemos armar compendios de información sobre las agendas de las mujeres que pararon y sobre las repercusiones del hecho; podemos, nosotras mismas, hacer un paro a tiempo parcial aún en nuestros puestos de trabajo, si nos decidimos durante la jornada; podemos animar a las personas que tenemos cerca a que se interesen por lo que está pasando y en los objetivos del Paro; podemos invitar a las mujeres del trabajo, de nuestras casas o de nuestros barrios a pensar por qué pararían y, si se animan, a escribirlo en una línea, tomarse una foto, y publicarla en las redes; podemos sugerir a las mujeres que tenemos cerca a hacer un paro parcial de cuidados, y hacerlo nosotras mismas; podemos difundir qué es un Paro de mujeres; podemos pensar y debatir qué haríamos si pudiéramos parar y organizar una estrategia para próximas ocasiones; podemos compartir las razones por las que, siendo mujer cubana, pararíamos. Yo, por mi parte, hoy paro. #NosotrasParamos
Este texto fue publicado en Cuba Posible: https://cubaposible.com/lasmujerescubanas-paramos/
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