Cuba Posible, en su empeño por acompañar a la sociedad cubana en el presente y por participar de la construcción colectiva de su futuro, incorpora dentro de sus preocupaciones los procesos migratorios cubanos, en lo que ellos representan para la Cuba que está dentro de las fronteras físicas del archipiélago y para la Cuba existente en diversas geografías. El hecho de que las migraciones hayan hecho parte de nuestra historia como nación es uno de los argumentos de ese interés. A él se suman razones contemporáneas: la sociedad cubana es, cada vez más –y lo ha sido históricamente– una sociedad trasnacional; la comunidad cubana allende las fronteras de la Isla participa de modo creciente en la construcción de los destinos del país; las imaginaciones políticas, sociales y culturales sobre las migraciones en Cuba están teniendo cambios importantes en sus sentidos, sus objetivos y sus cursos; y, además, en este momento Cuba se encuentra inmersa en lo que a todas luces puede definirse como una nueva crisis migratoria.
En los últimos meses, a raíz del inicio del proceso de normalización de las relaciones entre los gobiernos de La Habana y Washington, se ha desencadenado una ola migratoria de importancia hacia Estados Unidos a través de diferentes caminos, uno de los cuales es novedoso con respecto a las rutas anteriores: el recorrido comienza en un avión Habana-Quito y, luego de recorrer ocho países, debe culminar en la frontera mexicano-estadounidense. La posibilidad de derogación de la Ley de Ajuste Cubano –o de posibles cambios en los términos de su implementación– a propósito del “deshielo”, se considera el motivo principal del suceso. La situación ha generado el engrosamiento de las redes de tráfico que extorsionan al límite a las personas y grupos que emprenden el recorrido; multiplicidad de análisis y testimonios; conflictos intra-nacionales en los países que conforman la ruta; y reuniones intergubernamentales (de las cuales no han participado ni Cuba, ni Estados Unidos) para intentar generar acuerdos y buscar soluciones de vida para las miles de personas que hoy componen el universo social –diverso en su origen, sus motivos y sus aspiraciones– migratorio que en este mismo momento se agolpa sin perspectiva clara en la frontera de Panamá y Costa Rica en cifra que ya alcanza las 3 mil personas, y que antes se instaló durante meses en la frontera de Nicaragua y Costa Rica en número de unas 8 mil personas.
La anterior es, sin embargo, solo una de las migraciones cubanas; los destinos son múltiples al igual que los itinerarios y las condiciones de partida y de llegada de los migrantes de la Isla. Por demás, sabemos que ese no es un proceso en exclusiva cubano. La crisis migratoria del Medio Oriente hacia Europa ocupa a diario páginas de prensa y, lo que es más importante, deshace vidas y familias que son ilegalizadas, mujeres y niñas que son violadas, personas fallecidas, perseguidas y expulsadas (recordemos que entre los episodios más vergonzantes de los últimos tiempos se encuentra el acuerdo de 28 gobiernos europeos de deportar a los migrantes que llegaran a sus fronteras).
Otras migraciones, sin embargo, ocurren silenciosamente; como el caso de los centenares de personas provenientes de África que hoy se encuentran también –junto a los cubanos– en la frontera panameña, luego de larguísimas travesías de meses. En la frontera comparten la misma aspiración –llegar a Estados Unidos– pero diferente realidad –para los africanos no hay Ley de Ajuste ni tampoco la hay para los centroamericanos, ni para el resto de los latinoamericanos–.
Los destinos de los migrantes cubanos son sumamente diversos y, en esa diversidad, ellos y ellas se encuentran con otras personas con las cuales comparten historias de vida, proyectos, realidades, oportunidades, exclusiones, etc. La migración cubana, entonces, si bien de cara a los Estados Unidos tiene componentes de excepcionalidad, también participa de las redes globales de movilidad humana, con sus dilemas y complejidades.
En su conjunto, el asunto plantea un campo de problemas sumamente amplio. En Cuba Posible queremos contribuir a pensar en él: en las políticas migratorias; en los sentidos de la migración; en los derechos de los migrantes; en la comunidad trasnacional cubana; en las posibilidades de ejercicio de la ciudadanía de los cubanos que viven fuera de Cuba; en la contribución de los mismos al proyecto de país que se está construyendo en el presente y en el país que ha sido históricamente; y en los diálogos posibles que Cuba —la nación, el pueblo, la sociedad civil, el gobierno— puede tener con otras experiencias migratorias realmente existentes.
Con esas preocupaciones hemos publicado un primer trabajo sobre desarrollo humano y migraciones, del Dr. Edel Fresneda, académico cubano y colaborador de Cuba Posible. Ahora hacemos una segunda entrega sobre la migración, bajo el formato de un Dossier y de dos testimonios; esta búsqueda se corresponde con la necesidad de articular voces diferentes sobre temas de nos son comunes a todos los cubanos y cubanas. Les invitamos a leer estos trabajos, a compartirlos, y a dialogar sobre lo que se dice allí sobre la Cuba posible.
Leer el dossier completo aquí: https://cubaposible.com/la-cuba-posible-es-transnacional-2016-04-24-04-04-00/