Los cuidados están a cargo mayoritariamente de las mujeres; su aseguramiento no es reconocido como trabajo, aunque supone tiempo, esfuerzo y recursos; la mayor parte de ese trabajo no recibe compensación económica ni de ningún tipo y muchas veces se realiza en condiciones precarias.
Analizar multidimensionalmente el trabajo de cuidados es fundamental para entender su aporte al sostenimiento de la vida y a la reproducción social. Es imprescindible, también, para demandar y hacer funcionar políticas públicas que hagan frente a las desigualdades que resultan y son condicionadas por el ordenamiento social de los cuidados.
Al politizar y desnaturalizar el orden realmente existente que asegura los cuidados, los análisis feministas han contribuido a su reconocimiento como asunto público donde se juegan derechos y garantías, han convertido un campo que se ha entendido (interesadamente) como privado en un problema público, y a algo que se ha entendido como una cuestión de las mujeres en un asunto social, económico y político de gran enjundia.
Un programa político democratizador entorno a los cuidados supone el reconocimiento del cuidado como trabajo y su valorización, la reducción del trabajo de cuidados a través de la garantía de condiciones de vida digna, la redistribución de los cuidados entre todos los agentes responsables, y el aseguramiento de la representación de las trabajadoras de cuidados remuneradas y no remuneradas.
Texto completo disponible aquí: http://library.fes.de/pdf-files/bueros/chile/16180.pdf