El día que Ailynn Torres Santana fue a hacerse un aborto, en la sala de espera del hospital donde tenía turno para la práctica, un televisor transmitía la misa a la Virgen de la Caridad del Cobre. La patrona de Cuba, también conocida como Cachita (u Oshún para la religión yoruba), es la diosa del amor, los ríos y el agua dulce. Pero también la protectora de la fertilidad, de las gestantes y de las parturientas. Su celebración salía iluminada de la pantalla y teñía de dorado todo el lugar. Sin embargo, no había disonancia en aquella escena. El manto de Cachita alcanzaba a cualquiera que se lo pidiera. No representaba una censura a quienes esperaban su turno para interrumpir su embarazo: era, más bien, una compañera más.
“En la isla el aborto no es un tema tabú”, dice Ailynn Torres Santana, periodista e investigadora, en diálogo con LatFem. Y sigue: “Es una práctica considerada legítima tanto en las normas sociales como en el funcionamiento institucional”.
Cuba fue el primer país de América Latina y el Caribe en despenalizar el aborto. Luego de la Revolución de 1959, en 1961 el país sacó de la clandestinidad la práctica y en 1965 creó la base legal para que pudiera realizarse en el marco del Sistema Nacional de Salud. Esta base se estructuró sobre cuatro principios básicos: es la persona gestante quien decide, debe realizarse la práctica en una institución hospitalaria, debe ser practicada por personal experto y de forma totalmente gratuita. Desde entonces, las cubanas tienen acceso libre a este derecho siempre que sea en un marco institucional y dentro de las primeras 12 semanas de gestación (si no, se aplica a criterio médico). El Código Penal actual establece que el aborto se convierte en un delito si se comete por lucro, fuera de instituciones sanitarias, por personal no médico o en contra de la voluntad de la gestante.
Pero no todo comenzó con la Revolución: la primera ley sobre interrupción del embarazo en el país data de 1936, cuando se enmarcó en un sistema de causales. Entonces, el aborto era legal para salvar la vida de la madre o evitar un daño a su salud, en caso de violación o si existía la posibilidad de transmitir al feto una enfermedad grave. Además, en un contexto de tolerancia social y de las autoridades, las clínicas privadas ofrecían el servicio a quienes pudieran pagarlo, fuera y dentro del país.
“El aborto no fue un tema tabú incluso antes de la Revolución”, cuenta a LatFem la periodista feminista y activista Marta María Ramírez. Y amplía: “Seguramente por un tema de sincretismo con la religión yoruba y el catolicismo, que lo diluye, la fuerza de la iglesia católica ya era poca. Había familias que vivían afuera y que mandaban a sus hijas a abortar a Cuba para alejarlas de contextos más conservadores”. Hasta principios de los años 60, las personas de la alta sociedad accedían a abortos de manera segura y confidencial. Las pobres, morían. Las cifras de muerte materna por abortos inseguros eran de más de 60 por cada 100 mil nacimientos. Luego de la modificación de la norma, la muerte por esta causa se redujo casi a cero.
Desde entonces, quienes buscan interrumpir un embarazo en la isla tienen varias opciones. Pueden acudir al médico familiar (una figura aún muy presente en el país), hacer una consulta de planificación familiar en una institución de salud, ir al área comunitaria de cualquier policlínico o directamente a los hospitales ginecobstétricos. Luego de hacer estudios y chequeos generales, lxs profesionales de la salud indican el método y proceso: regulación menstrual, legrado o medicamentoso. El primero, una aspiración manual, se indica en las primeras semanas de gestación, pero se realiza sin anestesia y las cubanas suelen denunciar que es extremadamente doloroso. El segundo, conocido como “raspaje” (aunque hace varias décadas la Organización Mundial de la Salud desalienta su implementación), es el indicado a partir del segundo mes de embarazo. Y el tercero, a través de Misoprostol, debido a la crisis económica y la dificultad que el país tiene para ingresar medicamentos, es el menos implementado, pero su uso está en alza. Las pacientes no suelen poder elegir el método de interrupción.
“La interrupción se regula vía Ministerio de Salud Pública, por lo cual el procedimiento es a criterio médico y no de elección de la gestante”, explica Ailynn Torres Santana.
En la isla los indicadores de salud sexual y reproductiva son buenos y mejores que los promedios regionales y globales. Por ejemplo, la cobertura anticoncepcional entre mujeres en edad reproductiva (15-49 años) en 2019 fue de 76,8 % . Esa cifra es superior al promedio mundial de 63 % y a la de muchos países de la región. Además, las tasas de aborto cubanas son similares a las de los países de ingresos altos. En 2019, la tasa nacional fue de 27 por cada 1.000 mujeres de 12 a 49 años. Esa cifra fue menor que las que tenía el país en la década de 1980, pero mayor que la de comienzos de los 2000. América Latina, por el contrario, tiene la tasa de aborto más alta del mundo: aproximadamente 44 por cada 1.000 mujeres.
Legal, pero sin ley
En Cuba el aborto es legal, pero no está legalizado. Está institucionalizado en guías metodológicas del Ministerio de Salud pública y efectivamente se atiende como un asunto de salud, pero no está inscrito en una ley. Desde algunos sectores de la salud y los feminismos alertan sobre esto. “Necesitamos que no sea sólo una disposición ministerial”, dice Marta María Ramírez. Y desarrolla: “Con una ley, venga quien venga tiene que respetarlo, además de que se podría echar mano si un médico se niega, o con el tema del método, o respecto de la educación sexual, que hoy en día es muy biologicista”. Para Ailynn Torres Santana es urgente “blindar el derecho”, que no sea una norma de menor jerarquía y que sea una garantía de derecho sólida, no sólo de cara a la práctica y su ejecución, sino también frente a la avanzada de los sectores conservadores religiosos y no religiosos que se está dando en todo América Latina y el Caribe.
“Es una medida para aumentar el rango normativo del derecho, atemperarlo con el cambio constitucional y hacerlo ley”, dice. En Cuba, las leyes son aprobadas por la Asamblea Nacional del Poder Popular, a diferencia de otros decretos y normativas que no tienen que ser aceptadas por ella.
Por eso, la promulgación de una ley ayudaría además a profundizar la garantía del derecho. En algunas zonas del país existen conflictos de acceso, ya sea porque son rurales y alejadas o porque hay problemas de transporte. También se han realizado reportes de personas a las que les fue prohibido acompañar a sus parejas, tratos enmarcados en casos de violencia obstétrica y varias violaciones a la ética. Según Marta María Ramírez,se apunta a la “despersonalización del personal médico”. Por otra parte, existen denuncias de que algunxs profesionales buscan dilatar la práctica: Cuba es uno de los países más envejecidos y con menos tasa de natalidad de la región. El Estado intenta impulsar el recambio generacional e incremento de maternidad. Pero, sobre todo, aunque Cuba es un país laico, el avance religioso se empieza a colar en las salas de hospitales entre los y las médicas, y eso se traduce –a pesar de que implique un incumplimiento del mandato constitucional- en prácticas de dilación y estigmatización.
Torres Santana problematiza: también hay un conflicto situado. Si bien el país tiene tasas de natalidad y fecundidad bajas, en lxs adolescentes el número es comparativamente alto. “Esto y las tasas de IVE tienen relación con problemas en la educación sexual integral. Si bien existe un programa nacional, los resultados no están ni cerca de los deseables y la consecuencia es ésta”. Marta María Ramírez coincide en que hubo una “mala estrategia de educación sexual con grandes lagunas”. También siempre es necesario tener en cuenta la crisis económica que atraviesa la isla.
En Cuba existe por ejemplo una “crisis de condones recurrente”. “Son de mala calidad y escasean por temporadas. Y el resto de los métodos a veces son complicados o no todas los quieren por sus contraindicaciones”, explica.
Aborto la novela nacional, antiderechos y la marea verde
Este año la pandemia hizo que las familias cubanas volvieran a reunirse en frente del televisor para ver la novela nacional “El rostro de los días”. En ella Lía, una adolescente de 14 años, es violada y embarazada por el novio de su madre. Durante varios capítulos se especula sobre ello y finalmente la joven decide realizarse un aborto. A pesar de que el derecho está garantizado desde hace más de medio siglo en el país, la polémica estalló. Y, aunque la mayoría de los comentarios en redes apoyaba la decisión de Lía (incluso criticando que la novela justificara de manera conservadora la práctica por la violación), muchas voces en contra abogaron por el mal llamado “derecho a la vida”, mostrando la creciente presencia de sectores antiderechos católicos y evangélicos en la isla.
Estos grupos religiosos fueron los principales opositores a la inclusión en la nueva Constitución cubana (2019) de un artículo que abriría la puerta al matrimonio igualitario, discusión que quedó relegada a 2021, cuando se presente mediante plebiscito el nuevo Código de Familia. Sin embargo, la nueva Constitución ya incluye un cambio. Menciona en su artículo 43 la necesidad de que el Estado propicie “el desarrollo integral de las mujeres y su plena participación social”, además de asegurar “el ejercicio de sus derechos sexuales y reproductivos” y la protección frente a la violencia de género “en cualquiera de sus manifestaciones y espacios”. Finalmente llama a garantizar la creación de “los mecanismos institucionales y legales para ello”.
Bajo esta modificación, y con el contexto favorable del derecho de su lado, las cubanas también comienzan a luchar por una Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo.
“El clima latinoamericano hace pensar en la pertinencia de la legalización de este derecho en Cuba”, agrega Ailynn Torres Santana. Y concluye: “Las luchas en Argentina, la marea verde que se ha desatado en la región, inciden en que se despierten las alertas”.
Este texto fue publicado en LatFem: https://latfem.org/aborto-en-cuba-mas-de-medio-siglo-legal-y-sin-tabues/
Créditos de la imagen:
• Foto del autor Tania González
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