La palabra cuidadanías tiende a ser el resultado de un error, de un desliz en el tipeo por el cual la i fue a parar después de la u y no antes, como debía ser para que diga ciudadanías.
La ciudadanía, democráticamente concebida, es un lugar potente: el de la existencia política de las personas afirmadas como libres, sin lazos de dominación.
Pero cuidadanía deforma intencionadamente la sema para certificar que ciudadanas y ciudadanos solo pueden existir en relación, vínculo, trama; que su existencia, individual y colectiva, implica cuidados; y que ellos necesitan estar instalados como asunto principal de la cosa pública.
La cuidadanía interrumpe la argumentación sobre ciudadanos individuales y completamente independientes para afirmar la interdependencia y, sobre todo, la conciencia de esa interdependencia: del lugar de nuestras relaciones, voluntarias e involuntarias, estructurales y accesorias, inevitables y fortuitas.
Los cuidados -como trabajo, derecho y condición de la vida- son y han sido desconocidos, desvalorizados e interesadamente relegados al ámbito de “lo femenino”. Las mujeres somos las principales cuidadoras a lo largo y ancho de todas las geografías y vidas. Para responder a eso, las cuidadanías inscriben a los cuidados como parte de un programa político, como un valor y una ética de la dignidad.
Las cuidadanías hablan de la responsabilidad pública de asegurar universalmente el derecho a la existencia y a las existencias diversas, del compromiso con que ninguna persona quede excluida no por buena voluntad sino porque así está asegurado institucionalmente, de la interdependencia de los derechos, del deber de ser agentes activos en el ágora y participar en la toma de decisiones que definen las condiciones de posibilidad de nuestras vidas.
Hablar de cuidadanías, en definitiva, es asegurar que ninguna persona se hace a sí misma ni es autosuficiente. Nuestros vínculos nos definen. Reconocerlo permite mirarlos con crítica, alimentar los que nos edifican y destruir los que nos dominan. Las cuidadanías interrumpen el patrón según el cual nuestra independencia se escenifica en los espacios públicos y la dependencia se gestiona en los domésticos.
Este espacio, construido a muchas manos, nace para pensar en las cuidadanías en el sentido dicho antes y como el programa que está detrás de muchas de las preocupaciones que hay aquí. A la vez, este espacio nace cuando la pandemia de la Covid-19 asola y más se habla de la necesidad de cuidar(nos). Y eso, también, honra su nombre en el tiempo.
Por ahora, esto es un baúl donde están algunos de mis trabajos de los últimos años; los que he escrito mientras otras personas cuidaban de mí y mientras yo cuidaba de otras e insistía en participar de la cosa pública. Es todavía un work in progress, y espero lo siga siendo.